La historia de ‘Queronea’ se cruzó en mi camino y se llevó por delante todos mis planes... ¡Incluso a mí!

Entrevista a Laura Rubio (Oscar Senar)
Hablar de Laura Rubio (Zaragoza, 1995) como una promesa del cómic aragonés es quedarse doblemente corto. Primero, porque con su nueva obra demuestra que lo suyo ya no es una expectativa, es una realidad. Y segundo, porque su talento, a buen seguro, va a acabar por trascender los límites territoriales. Y es que el arte y las buenas historias no entienden de fronteras. Tras un espectacular debut hace dos años, ‘Zilia Quebrantahuesos’, Rubio regresa con ‘Queronea’, un tebeo donde demuestra que lo suyo no ha sido flor de un día.
Por qué esta historia? ¿Cómo te surge la idea de llevar al cómic la historia del Batallón Sagrado de Tebas?‘Queronea’, debo señalar, no surgió lenta y premeditadamente, sino que más bien, como la propia historia, fue un auténtico terremoto vital. De hecho, en aquel momento yo tenía otros planes, que tenían mucho más que ver con el camino que ya me había empezado a trazar con ‘Zilia Quebrantahuesos’. El por qué esta historia tuvo ese poder sobre mí, es algo que no puedo razonar. Quizá si digo que me enamoré de ella suene un poco exagerado, pero creo que fue así. Además todo surgió de una manera muy casual, de una lectura acerca de la batalla de Queronea que coincidió en el tiempo con una tarea que debíamos hacer para la universidad y que era precisamente un cómic. Como el resultado fue satisfactorio, continué con ella, ¡y hasta hoy! Tengo que decir que ha sido una obra muy vinculada desde el principio a mis estudios, porque también va a ser mi Trabajo de Fin de Grado.

Al ver la inspiración del tebeo, uno podría pensar que el amor romántico va a ser el tema central. Sin embargo, hay ideas más potentes, como el respeto. ¿Cómo te planteaste afrontar la historia?
En el momento de trazar el guión del relato, se presentaron dos alternativas claras, que básicamente eran los dos bandos de la historia: o centrarse en el Batallón Sagrado de Tebas, o hacerlo en Filipo II. El punto de vista del rey macedonio me parecía mucho más interesante porque su conflicto (interno y externo) es también más complejo. Sin desvelar claves de la trama, los lazos que unen a Filipo con el Batallón, quizá sean más potentes que los que unen a los propios integrantes del Batallón, pues el amor que se profesan sus parejas no deja de ser dependiente y de estar basado en el miedo de perderse unos a otros.

En el cómic es muy importante la relación entre los dos supuestos enemigos, Epaminondas y Filipo.
Sí, de hecho es la clave de lo que pretendía contar. Su relación es el rencuentro entre opuestos, entre lo que solemos entender como “enemigos”. Es una re-unión, un re-torno. ¡Es darle a todo la vuelta!Este cómic bebe mucho de los escritos de Heidegger y de Nietszche, y de los conceptos de hogar perdido y de alteridad, respectivamente. Los personajes buscan continuamente fuera de sí, en el otro, que no es más que un reflejo de lo que ellos son, de sus luces y sus sombras. Pero, como dice esa inscripción del oráculo de Delfos con la que se abre el relato, “Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar fuera otras excelencias?”.

Tras un debut de corte juvenil, como fue ‘Zilia Quebrantahuesos’, en tu siguiente obra has optado por una historia mucho más adulta. ¿Ha sido algo premeditado?
No exactamente. Como digo, la historia se cruzó en mi camino, y se llevó por delante todos mis planes, mis guiones, ¡incluso a mí! Es cierto que estaba en un momento de crisis personal y creativa, si se puede llamar así: sentía la necesidad de hacer algo diferente, porque al fin y al cabo yo también me sentía una persona diferente. Eso pudo favorecer que esta haya sido mi siguiente obra y no otra. Pero por eso precisamente, más que algo premeditado, quizá fuera algo inevitable.
Al final, en esa disyuntiva entre continuar por el camino ya conocido o tomar un aparente desvío, venció el desvío, porque era la única forma de ser coherente conmigo misma, con quien soy y con mi manera de crear.

Ese salto también se aprecia en tu dibujo, con un estilo cada vez más personal. ¿Has querido con ‘Queronea’ explorar nuevos caminos gráficos y narrativos?
Sobre todo narrativos. El año pasado estuve realizando diversos experimentos con el formato horizontal que me han sido de mucha ayuda para este trabajo. Aunque si algo he de destacar en el aspecto narrativo es el uso del vacío. Tenía tendencia a obsesionarme mucho con controlar el número de páginas de los ‘storyboards’, y por tanto, a aprovechar narrativamente todo el papel. Pero con el vacío también se puede narrar y expresar, y con una gran efectividad. Este uso del vacío, eso sí, me exigía abandonar nociones que daba por supuestas, y un convencimiento y una confianza absolutas en que no tenía por qué demostrar nada a nadie, que la consecución de la historia y las sensaciones era lo que más importaba. Que ‘Queronea’ no iba a ser mejor si contaba con enrevesadas narrativas o páginas de barroquismo puro. Opté por un tono austero, contenido y duro. Pesado y no volátil. Puede parecer una tontería, ¡pero necesité valor para llenar dos páginas enteras solo con un horizonte y un rostro en una de las esquinas inferiores!
Los cambios con respecto al dibujo, los entiendo más bien como una consecuencia colateral. Traté de empaparme del espíritu de la historia y que de esta forma, los trazos, las páginas, absorbieran aunque fuera una mínima parte de ella. Por eso elegí entintar con pincel, y además, con un pincel grueso, para que la expresividad y el movimiento de los trazos casi se pudiera ver sobre el aire.

Por formato y temática, muchos lectores pueden asociar ‘Queronea’ al ‘300’ de Frank Miller. ¿Has tenido en mente esa referencia mientras trabajabas en este proyecto?
¡No! ‘300’ es un cómic excelente, pero lo he estado evitando continuamente durante todo este tiempo, para que no influyera, ni consciente ni inconscientemente, en lo que yo estaba haciendo. Aunque reconozco que, tratando temas similares, habrá decisiones (sobre todo plásticas) que seguro que serán también similares. Y reconozco que la comparación para la mayor parte de los lectores será inevitable... Es algo que asumí desde el primer momento, y sabiendo eso, lo único que pude hacer fue dibujar y escribir como mejor sé: ¡siendo yo misma!

Solo han pasado dos años desde que apareció ‘Zilia’, pero han sido frenéticos: has tenido presentaciones, has participado en salones, has coincidido con autores como David Rubín... ¿Cómo ha cambiado tu forma de entender el cómic?
Han sido unos años muy intensos, que me han dado la gran oportunidad de vivir experiencias y conocer personas que de otra manera, no hubiera vivido o conocido. Eso, por supuesto, te enriquece. Te cambia. O más bien, te descubre. Diría que en mi caso, no es que la forma de entender el cómic haya cambiado, sino el posicionamiento personal ante él, la forma de crear. Quizá en el pasado, las preguntas que me hacía antes de dibujar o escribir fueran más bien, ¿qué voy a hacer hoy?, ¿cómo lo voy a hacer...?, ¿para qué...? En fin, demasiadas y superficiales. Ahora, son preguntas que se responden en binario, con un sí o un no. ‘Queronea’, fue, por ejemplo, un sí. Sin más. Como sea, mi interés siempre ha estado en las historias, en el poder y la verdad que tienen dentro de ellas. Creo que eso es lo que no ha cambiado ni lo hará.

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